El Catafracto

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jueves, 24 de febrero de 2011

Consumismo, materialismo y los adoradores del becerro de oro II

   

EL BECERRO DE ORO DE WALL STREET



      La foto que vemos en la parte superior corresponde a el toro de Wall Street, conocido en USA como Charging Bull, es una escultura de bronce creada por Arturo Di Módica en 1989, que está situada en el parque Bowling Green cerca de Wall Street en la ciudad de Nueva York.

La figura es un regalo de navidad que el escultor le quiso hacer a la ciudad después del colapso de la bolsa en 1987.

Eligió el toro, porque con esto buscaba darle fuerza al pueblo estadounidense para recuperarse de la crisis, ya que el toro es un símbolo que refleja optimismo, fuerza, agresividad y prosperidad financiera.



¿Pero que significado hay detrás del simbolismo que representa el toro? ¿Bronce simulando oro? ¿Un toro en plena Wall Street?




Lo que cuenta la Biblia

          En el Éxodo (capítulo 32, versículo del 15 al 29) se narra lo que sigue:

          Volvióse Moisés y bajo del monte, con las dos tablas del Testimonio en su mano; tablas escritas por ambos lados; por una y otra cara estaban escritas. Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada sobre las tablas. Cuando Josué oyó la voz del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: <Gritos de guerra hay en el campamento.> Respondióle él: <No son gritos de victoria, ni alaridos de derrota. Voz de canto es lo que oigo.> Mas cuando Moisés estuvo cerca del campamento y vio el becerro y las danzas, se encendió de ira de tal manera que arrojó de su mano las tablas y las hizo pedazos al pie del monte. Luego tomó el becerro que había hecho, lo quemó y lo molió hasta reducirlo a polvo. el cual esparció en el agua y se lo dio de beber a los hijos de Israel. Y dijo Moisés a Aarón: <¿Qué te hizo este pueblo para que le hayas acarreado pecado tan grave?> Aarón respondió: <No se encienda la ira de mi señor. Tú mismo sabes que este pueblo es propenso al mal. Me dijeron: Haznos un dios que vaya delante de nosotros; ya que no sabemos que ha sucedido a ese Moisés, ese hombre que nos ha sacado de la tierra de Egipto. Yo les contesté: Quien tenga oro, quíteselo. Me lo dieron y yo lo eché al fuego y salió este becerro.>
          
        Entonces Moisés viendo al pueblo tan desenfrenado -pues Aarón les había dado rienda suelta, para que se alegrasen sus enemigos- se puso a la puerta del campamento, y exclamó: <¡A mí los de Yahvé!> Y se reunieron con él todos los hijos de Leví. Y les dijo: <Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Cíñase cada uno su espada sobre su muslo, y pasad y repasad por el campamento de pueerta en puerta, y matad, cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente.> Hicieron los hijos de Leví según la orden de Moisés; y perecieron en aquel día unos tres mil hombres del pueblo. Y dijo Moisés: <Hoy os habéis consagrado a Yahvé, cada uno contra su hijo y su hermano; para que hoy recibáis bendición.>


¿Pero porque el pueblo israelita adoro a un supuesto becerro de oro?

La importancia del toro
       
       El hecho de que los israelitas adorasen a un becerro de oro al pie del monte Sinaí no fue un caso único, debido a que varios siglos más tarde el rey Jeroboam I (aproximadamente 926-907 a.C.) ordenó que fuese construida una estatua parecida. Esto deja claro que el ritual se hallaba latente en el pueblo, aunque les estuviera prohibido desde los tiempos de Moisés.
       
      Si en lugar de hablar de un becerro lo hacemos de un toro, entonces nos daremos cuenta de que este animal era objeto de culto en casi todos los países del Mediterráneo. Nunca como una divinidad aislada, ya que formaba parte de un panteón muy abundante. Lo habían adorado en Babilonia, seguían haciéndolo los fenicios, los egipcios, los griegos, los iberos y tantos otros pueblos.
         
     Precisamente en el país de los faraones se veneraba al buey Apis; sin embargo, en Menfis, Heliópolis y Hermonthis los mejores altares de los templos se reservaban al Toro. Por eso creemos que los israelitas se postraron ante un toro de oro y no ante un becerro. Un acto que Moisés consideró un pecado digno del castigo más severo.

      Los que continuaban con el culto a el basaban su vida en el materialismo (dioses 'materiales') a los que se rendía culto para obtener bienes y riqueza. Para conseguir dicha riqueza podía utilizarse el comercio engañoso -lo cual caracterizaba a los pueblos cananeos-. La mentira y el saqueo se transformaba en una práctica común.
El pueblo cananeo (Canaán) tiene en su mano balanzas engañosas, es amigo de hacer fraude. (Oseas 12:8-9)
¿He de soportar yo una medida falsa... las balanzas de la maldad y la bolsa de pesas de fraude? dice Yahvé (Miqueas 6:9-11)

La solidaridad y compasión no eran compatibles con ese modo de vida. El culto a El –el cual era un dios Creador, bondadoso, dispuesto a perdonar... permitía aquellos métodos de enriquecimiento-).

Ese dios se presentaba “muy parecido” a Yahvé (Creador, bondadoso, dispuesto a perdonar...) Además, era muy 'tentador' seguir su modo de vida, adorarlo, servirlo, pues permitía el disfrute de la vida fácil, el comercio engañoso, el aprovecharse de los más débiles, etc. Luchar contra esa tentación y ese engaño era lo que se le solicitaba a Israel. Israel es “el que lucha con(tra) El”

Ese era el gran desafío para los hebreos, elegir entre el becerro El y Yahvé (Jehová). El profeta es muy claro cuando expresa: “Tu becerro… te hizo alejarte” (Oseas 8:5)

[Notar que lo que más se reprocha a las tribus que volvieron al "dios becerro" es su comercio engañoso y la opresión a los más débiles. " Yahvé esperaba juicio, y hubo vileza; esperaba justicia, y hubo angustia" (Isaías 5:7)

Isaías 5:8 describe como los ricos acumulaban bienes por medio de un injusto trato a los pobres, creando así una economía latifundista. Esto atentaba contra la legislación israelita, que consideraba la tierra como patrimonio inalienable de cada familia (Lv 25:10,13-16:23-24). Miqueas, que fue contemporáneo de Isaías, lanza la misma acusación (Miq 2:1-9), (Ver Isaías 10:2; Jeremías 5:27; Amós 6:8; 8:4-7; Miqueas 3:11)

Luego de largo tiempo de persistir en esos cultos materiales, a comienzos del Siglo VI a.C Dios los rechazó y se apartó del pueblo hebreo (Jer 7:29; Ez 11:23). “han rechazado el bien: el enemigo lo perseguirá” (Oseas 8:2,3). Los principales judíos fueron al exilio babilónico (sometidos). Yahvé se los había advertido [11] (Ez 17:12).

Congruente con todo esto, en el libro Apocalipsis se le reprocha a la Gran Ramera que sus “negociantes” usan artimañas para llegar a ser los magnates del planeta (Ap 18:23) Tal como lo adelantaba Zacarías cuando se refería al Juicio Final:
«Y en aquel día no habrá más “negociantes” [Cananeos -Kna`aniy (ken-ah-an-ee')-] en la casa de Jehová de los Ejércitos» (Zac 14.21).


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