El Catafracto

El Catafracto

viernes, 25 de noviembre de 2011

Libros: Años Decisivos - Oswald Spengler - Parte IV

Esta es la última parte de los grandes parrafos pertenecientes a la gran obra de Oswald Spengler. Hay muchisimo para sacar de este gran libro, pero el nulo tiempo libre del que dispongo, me impide poder seguir sacando material. Probablemente saque algo más pero en otra oportunidad, ya que no tiene desperdicio tan buen material, ya que permite comprender muchas cosas vitales para comprender hacia donde va el mundo de hoy.

También les dejo el enlace para que puedan leer este interesante libro.

http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Spengler_Oswald/AniosDecisivos.htm

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(..) esta sociedad, está enferma; enferma en sus instintos y por eso también en su espíritu. No se defiende. Halla gusto en su escarnio y en su descomposición. Se descompone cada vez más desde mediados del siglo XVIII en círculos liberales y luego, contradictoriamente y en desesperado rechazo, en círculos conservadores. Por un lado, hay un escaso número de hombres que, merced a un seguro instinto de la realidad política, ve lo que sucede y la dirección que se ha tomado. Estos hombres intentan impedir, mitigar y desviar. Son personalidades similares a los del círculo de los Escipiones en Roma cuyas opiniones le sirvieron de base a Polibio para su obra histórica: Burke, Pitt, Wellington y Disraeli en Inglaterra; Metternich y Hegel y después Bismarck en Alemania; Tocqueville en Francia. Intentaron defender los poderes conservadores de la antigua cultura: el Estado; la monarquía, el ejército, la conciencia de pertenencia a un estamento, la propiedad y a la clase campesina, incluso en lo que tenían de objetables. Por eso son difamados hoy como «reaccionarios»; una palabra que fue inventada por los liberales y hoy les es aplicada a ellos por sus discípulos marxistas desde que intentan impedir las últimas consecuencias de sus actos.

Que la sociedad esta enferma, creo que hoy nadie lo pone en duda. Hay que darse cuenta que este proceso ha sido tan gradual y tan preciso en sus distintas facetas, que con el correr de los años, la decadencia y la vulgaridad de la sociedad llego a niveles realmente alarmantes.




(.. )el periodismo es elevado a la categoría de expresión dominante de la época. Es el espirit crítico (..) aguado y rebajado para uso de los intelectualmente mediocres. (..) El drama, la lírica, la filosofía y hasta las ciencias naturales y la historia ? se convierten en artículos de fondo y folletones exageradamente tendenciosos contra todo lo que es conservador y alguna vez inspiró respeto.

En la época de Spengler, y aún más atrás en el tiempo, tanto el periodismo como otras ramas del arte y del saber, han sido bastardeadas en pos de algún contenido tendencioso. Hoy los medios en su totalidad poseen un contenido tan corrosivo y en ocasiones tan sutil, que es muy difícil detectar sus “ataques”. Libros y obras teatrales que parecen inocentes no suelen ser tales. Solo las “almas más despiertas y puras” advierten el peligro y saben que el mismo lleva consigo oculto la fatalidad de algún oscuro designio. Y no se equivocan.



Sólo el trabajo medido por horas se considera ya como tal. Y «el trabajador» es, simultáneamente, el pobre y el desgraciado, el desheredado, el hambriento y el explotado. Sólo a él se le aplican las palabras «trabajo» y «miseria». Nadie piensa ya en los campesinos de las regiones poco fértiles, en sus malas cosechas, en los peligros del granizo y las heladas, en la preocupación por la venta de sus productos, ni en la vida miserable de los artesanos pobres de las grandes zonas industriales, ni en las tragedias de los pequeños comerciantes, los pescadores, los inventores y los médicos, en todos los que tienen que luchar entre peligros y angustias por cada bocado del pan cotidiano y sucumben de a millares sin que nadie lo advierta. Sólo «el trabajador» halla compasión.

El trabajador se ha convertido en un medio, y este es meramente funcional a un movimiento sectario, más conocido por todos como los “sindicatos”.  El “Trabajador” es considerado como tal, según Spengler de una forma muy particular. Esa particularidad, sin duda alguna, es la que dicho “trabajador” dispone cuando goza de ciertos beneficios que solo un sindico puede aportar.

En Argentina, este conglomerado de mafiosos siempre se ha manejado en sintonía fina con los gobiernos, los cuales son los que manejan toda la tranza.

¿Usted puede entender realmente como puede ser que un barrendero gane un minimo de $10.000 por mes; cuando un empleado promedio esta ganando poco menos de la mitad?. Los sindicatos han logrado esto. No hay nada que reprochar a tan noble trabajo, pero es increíble que un técnico calificado o un docente gane menos dinero que un barrendero.

Sólo «el trabajador» halla compasión - siempre y cuando este bien representado por su sindicato.



(..) se olvida la honda diferencia que existe entre religión e Iglesia. Religión es la relación personal con los poderes del mundo circundante, tal como se expresa en la concepción del universo, las costumbres piadosas y la conducta austera. Una Iglesia es la organización del sacerdocio que lucha por su poder terrenal.

Como es habitual en Spengler, sus palabras siempre están llenas de agria dureza. El poder terrenal de la iglesia catolica es una realidad y la separación que hace el filosofo respecto a lo que es la religión, es totalmente correcta.



«Mi reino no es de este mundo» es el principio más profundo de toda religión; y toda Iglesia lo traiciona.

Contundente. Frase perteneciente a nuestro salvador Jesucristo. Es una frase corta, pero de enorme contenido teologico. Spengler cree observar que el catolicismo como institución, traiciona el principio enunciado por Jesús. No tengo dudas que así lo es. No hay más que investigar y estudiar la historia de las cruzadas y la inquisición para poder comprender cabalmente toda la miseria y maldad de esta institución netamente satanica.


(..) la política de las Iglesias envejecidas, por más conservadoras que sean en cuanto a si mismas, está siempre tentada de hacerse liberal, demócrata y socialista en lo que al Estado y a la sociedad se refiere, esto es, de actuar en forma niveladora y destructora ni bien se inicia la lucha entre la tradición y la plebe.

Seguimos con más aciertos del estadista y filosofo alemán. La doctrina de la iglesia catolica muchas veces fue virando hacia una vertiente más demagogica.



A partir de 1815 el sacerdote cristiano se va haciendo demócrata, socialista y hombre de partido con una frecuencia cada vez mayor. Como instituciones, el luteranismo, que apenas es una Iglesia, y el puritanismo, que no lo es en absoluto, no han hecho política destructora. El pastor individual se metió en «el pueblo» o en el partido obrero a título personal, habló en las reuniones electorales y en los parlamentos, escribió sobre cuestiones «sociales» y terminó siendo demagogo y marxista. En cambio, el sacerdote católico, que tenía vínculos institucionales más fuertes, arrastró tras de sí a la Iglesia por ese camino. La Iglesia quedó enredada en la agitación de los partidos; primero como medio eficaz y, por último, como víctima de esta política.

Un ejemplo muy claro de esto, acá en America, ha sido el movimiento llamado "Teología de la Liberación". El marxismo ateo y nihilista, inteligentemente se apropio de una importante parte de lo que era el catolicismo por esas tierras (nada de esto fue al azar, ya que todo estuvo efectuado de manera premeditada). Una parte importante de esto, la tuvieron algunos jesuitas (otra rama oculta de la masonería ¡aunque no lo crea!), los cuales propagaron esta nueva corriente.
Sin duda alguna, más allá de la supuesta revindicación del hombre y sus "derechos", esta doctrina fue un claro medio con un fin politico. "El fin justifica los medios" - según Maquiavelo.




jueves, 10 de noviembre de 2011

Libros: Años Decisivos - Oswald Spengler - Parte III

(..) Una autentica cultura, (..) en esto, la vida y el destino del conjunto están determinados por el nivel de la forma, la tradición, la crianza y la moral; por el grado de superioridad innata de los linajes, los circulos y las personalidades dirigentes. Una sociedad entendida en este sentido, o bien se mantiene inmune a las clasificaciones racionalistas y las expresiones de deseos; o bien deja de ser. Una sociedad se compone sobre todo de categoras jerarquicas ordenadas y no de clases economicas.

Clarisimo. Sin un bagaje solido a nivel cultural, no puede haber una sociedad fuerte y sana que puede luchar unida contra toda influencia negativa, sea tanto interna como externa. En Argentina, si realmente en algún momento existio; los unitarios la aniquilaron despus de Caseros. Con las concepciones materialistas y liberalistas; las clases economicas se impusieron como norma.



La sustancia basica de toda costumbre noble, procede del honor. El campesinado tiene su honor como lo tiene todo oficio; como lo tienen el comerciante, el oficial, el funcionario y las antiguas estirpes de los principes. Quien no lo tiene, quien no le da valor al hecho de ser considerado decente, tanto por criterio propio como por el de sus pares, se es infame.

¡Que en desuso está una palabra tan importante como el honor! ¡Cuantos deberían aprender realmente lo que es la nobleza, la lealtad y el honor!



La sociedad reposa en la desigualdad de los seres humanos. Se trata de un hecho natural. Hay seres vigorosos y hay debiles; existen los llamados a ser caudillos y los totalmente incapaces de serlo; hay creadores y esteriles, honrados, perezosos, ambiciosos y conformes. Cada uno tiene su lugar en el ordenamiento del todo.
(..) La igualdad de derechos es antinatural. (..) Es un dislate intelectual el querer sustituir con algo diferente la estructura de una sociedad que ha crecido a traves de los siglos y se ha afirmado por medio de la tradicion.

La igualdad de derechos es antinatural como dice Spengler. Es ilogico y fuera de todo razonamiento que en este país, por ejemplo, se mantengan vagos parasitos por un sueldo determinado sin trabajar y encima con pretenciones de obra social, cuando jamas aportaron un solo peso,y  ¡ni hablar de extranjeros que vienen con las mismas intenciones!.  Se habla siempre de igualdad de derechos, pero nunca de igualdad de obligaciones (ahí, los vagos huyen)


 
En toda sociedad constantemente descienden al fondo los elementos degenerados, las familias gastadas, los miembros decadentes de estirpes altamente capacitadas, los deformes y disvaliosos en cuerpo y alma. Basta con detenerse a ver estos personajes en asambleas, tabernas, manifestaciones y disturbios. De algún modo, todos ellos son malogrados; personas que, en lugar de poseer una raza vigorosa en el cuerpo, a causa de sus vidas fracasadas si lo tienen en  controversias esteriles y venganzas en la cabeza mientras el organo ms importante de sus cuerpos es la boca. Constituyen la escoria de las grandes ciudades, el verdadero populacho; el bajo fondo, en todo sentido, que en todas partes se forma en oposición consciente al gran mundo y al mundo distinguido. Es la bohemia poltica y literaria; son los nobles degradados como Catilina y Felipe Igualdad, duque de Orlens; universitarios fracasados, aventureros y especuladores, delincuentes y prostitutas, vagos y debiles mentales, mezclados con un par de tristes soñadores apasionados por cualquier ideal abstracto. Los une el indefinido afán de vengarse por una mala suerte cualquiera que les estrope la vida, la carencia de todo sentido del honor y del deber, y una desenfrenada avidez por dinero sin trabajo y por derechos sin deberes. De este ambito nebuloso surgen los efimeros heroes de todos los movimientos populacheros y los de todos los partidos radicales. Aquí es donde la palabra libertad recibe el sangriento sentido de las pocas que se hunden. Lo que con esa palabra se quiere expresar es la independencia de todos los vinculos que impone la cultura; el desechar toda especie de moral y de forma, el liberarse de todos los hombres cuya actitud en la vida se percibe, con sorda rabia, como superior. La pobreza sobrellevada con orgullo y en paz, el cumplimiento silencioso del deber, la abnegación al servicio de una misión o de una convicción, la grandeza en la aceptación de un destino, la fidelidad, el honor, la responsabilidad y el rendimiento; todo esto es un reproche permanente para los denominados humillados y ultrajados.
Pues, repitmoslo, lo contrario de distinguido no es pobre, sino vulgar. El bajo pensar y sentir de este bajo mundo se sirve de la masa desarraigada de las grandes ciudades, insegura ya en todos sus instintos, para alcanzar sus fines y su propio placer de destrucción y venganza. Por eso es que en esta masa desconcertada se inyectan, por medio de constantes discursos y escritos, una conciencia de clase y un odio clasista; por eso es que se le describen, subvirtiendo su verdadero significado, las clases dirigentes, los ricos y los poderosos, como criminales y explotadores, para que finalmente alguien se ofrezca como salvador y dirigente. Todos los derechos del pueblo, parloteados por el racionalismo de arriba y provenientes de conciencias enfermas y mentes inconsistentes, terminan siendo exigidos desde abajo por los desheredados como algo obvio. Pero jamas han sido para el pueblo, pues siempre fueron otorgados a quienes ni siquiera habían pensado en exigirlos, como que ni hubieran sabido que hacer con ellos. De hecho, no había por que otorgarlos al pueblo en absoluto. Es que no estaban destinados al pueblo sino a la basura de los que se autodenominan representantes del pueblo, con quienes se forma luego la camarilla radicalizada del partidismo que practica en forma profesional la lucha contra los poderes ordenadores de la cultura y somete la masa a su tutela mediante el sufragio, la libertad de Prensa y el terror.
Nace as el nihilismo, el odio subterraneo del proletario contra cualquier especie de forma superior, contra la cultura como concepto abarcador de esas formas superiores y contra la sociedad que es su sustrato y su resultado historico.

Durisimas palabras de Spengler no exentas de realidad. ¿Peca en una descalificación, tal vez soberbia y exagerada? No lo creo de ninguna manera. Muy fácil de comprobarlo. Si usted es una persona avida y despierta, imagino que es muy fácil reconocer en una manifestación o - en uno de nuestros ya habituales piquetes -, el tipo de gente que los compone. No hay ninguna malicia ni intención de pecar de forma peyorativa, pero el populacho que las compone, su forma de pensar y razonar, su innata condición de rechazo hacia todo lo que tenga que ver con trabajo y su profundo odio y resentimiento contra toda norma establecida y hacia todos los hombre de bien; hacen que las palabras del filosofo alemán sean tremendamente certeras.

Surje así la gran lucha de clases por un populacho azuzado por partidos y movimientos sociopolticos que inyectan odio hacia todo lo que es noble y que se consigue con esfuerzo y sacrificio. El pobre, como “victima de un mundo injusto”, entra en afrenta hacia la clase superior, la que ven como un visible enemigo al que hay que derrotar. Nunca piensan, que mucha gente noble y de instinto fuerte, han hecho lo que tienen a costa de esfuerzo y sacrificio. Y eso amigos, acá y en cualquier lugar del mundo se llama “Trabajo”.

Los parasitos racionalistas necesitan de toda esta ralea humana para poder tener una representación de forma legalizada, desde la imagen publica y nada más y nada menos que desde las urnas. Su gran baza es el odio de clases y sustentan la desgracia ajena en base a todo tipo de argumento falaz.



Es que la época misma se ha vuelto «vulgar», y la mayoría de las personas ni siquiera saben hasta qué punto ellas mismas lo son. El trato desconsiderado en todos los Parlamentos; la predisposición generalizada a participar en negocios no muy limpios cuando ofrecen la posibilidad de ganar dinero sin trabajo; la música sincopada y los bailes negroides como expresión psíquica de todos los círculos; el maquillaje de prostituta adoptado por todas las mujeres; la manía de los literatos de ridiculizar en novelas y obras teatrales, en medio del aplauso general, los criterios estrictos de la sociedad distinguida; el mal gusto extendido hasta la alta nobleza y hasta las antiguas familias gobernantes; la tendencia a libertarse de toda obligación social y de toda costumbre antigua; todo ello demuestra que el populacho ha llegado a ser el que impone la moda. Pero mientras arriba las formas distinguidas y las viejas costumbres provocan sonrisas porque ya no se la lleva dentro como imperativos y no se sospecha que se trata de ser o no ser; abajo se desencadena el odio que quiere aniquilarlo todo y envidia todo lo que no es accesible a cualquiera, todo lo que sobresale y tiene que ser, por fin, derrocado. La sensibilidad vulgar se exaspera hasta la brutalidad no sólo ante la tradición y la moral, sino ante toda especie de cultura refinada, ante todo lo que es belleza, gracia, buen gusto en el vestir, seguridad en las formas del trato; ante el lenguaje selecto y la expresión corporal controlada que delata educación y autodisciplina.

¡Que claridad conceptual la de Spengler! Si en su época ya notaba una decadencia y una vulgaridad total, ¡Cuánto más; en estás épocas tan nefastas en todo sentido!. No hay más que salir a la calle para ver decadencia. No hay más que observar toda la basura enlatada que nos muestra la televi$ión, para poder reflexionar y analizar cuan sabias son las palabras de Spengler.

(..) “la predisposición generalizada a participar en negocios no muy limpios cuando ofrecen la posibilidad de ganar dinero sin trabajo”- ¡Si sabremos acá en Argentina lo que es esto!

(..)”la música sincopada y los bailes negroides como expresión psíquica de todos los círculos” – Como si Spengler hubiese profetizado ver cuanto latino o europeo imitaría tantas modas en común y a miles de kilómetros entre si.

(..)”el maquillaje de prostituta adoptado por todas las mujeres” – y ahora se toman de ejemplo a cualquier atorranta de moda en la TV. Cuanto más puta y más muestre en escena mejor. Ese el modelo para las nuevas generaciones de “futuras damas”.



La cultura, en su superioridad, es el enemigo. Porque a sus creaciones no cualquiera las entiende; porque no todos pueden asimilarlas; porque no están ahí «para todos»; por eso tienen que ser destruidas.
Y en eso consiste la tendencia del nihilismo: no se piensa en educar a la masa para elevarla a la altura de la auténtica cultura; eso es arduo y trabajoso, y quizás falten también para ello ciertas condiciones. Por el contrario: el edificio de la sociedad debe ser achatado hasta ponerlo al nivel de la plebe. Debe imperar la igualdad general: todo debe ser igualmente vulgar.

La fuerza de poder para efectuar dicha igualdad esta fuertemente implementada por los medios. Sin embargo, debemos distinguir otro elemento con un enorme poder: la educación desde los medios educativos. Como he comentado en una publicación anterior (la universidad convertida en empresa), la igualdad general debe imperar en desmedro del individuo capaz e inteligente. Se aniquila la “meritocracia” en pos de la chatura del conjunto y rebajando todo a niveles de vulgaridad total.




La superioridad, las buenas maneras, el buen gusto y cualquier clase de jerarquía innata constituyen un delito. Las ideas éticas, religiosas y nacionales, el matrimonio orientado a tener hijos, la familia y la soberanía del Estado, son cosas pasadas de moda y reaccionarias.

Hoy ser honesto, para muchos es sinónimo de idiota. Amar a tu patria, es sinónimo de fascista. Amar a Dios es sinónimo de idiotez. Ser educado y con buenos modales, es sinónimo de pacato. Defender la familia en base a un matrimonio heterosexual y no comprender la igualdad entre los de mismo sexo para poder casarse, es ser hereje, reaccionario y discriminador.

Todo es así en nuestra “progresista” vida moderna. Todo cambia y aún las leyes del orden natural serán cambiadas profetizo la Biblia. No tengo dudas que así es y así seguirá siendo hasta el tiempo final.



Desde la toma de la Bastilla y la guillotina promotora de la igualdad general hasta los ideales y las barricadas de 1848 – el año del Manifiesto comunista – no hay más que un paso; y sólo hay otro desde este último punto al derrocamiento del zarismo de estructura occidental. El bolchevismo no nos amenaza; ya nos rige. Su igualdad es la equiparación del pueblo a la plebe; su libertad es un librarse de la cultura y de su sociedad.

La gran promotora de esto es la cobarde y subrepticia “masonería internacional” con su famoso lema de “Igualdad, fraternidad y libertad”




Hay que decirlo abiertamente de una vez por todas, aunque sea una bofetada para la vulgaridad de esta época: poseer no es un pecado, sino un talento del cual sólo es capaz una minoría. También la propiedad es el resultado de una larga crianza en el marco de estirpes sobresalientes.
Casi nunca aparece dada por una genialidad original, sin la precondición de un ambiente educador y un pasado ejemplarizador. Lo importante no es cuánto se tiene, sino qué se tiene y de qué modo se lo tiene. La mera cantidad como fin en sí misma es vulgar.

Hoy, - y más que nunca en este nefasto gobierno – se le inocula a la población el veneno de la lucha clasista de odiar al que más tiene. Esto ha llevado a enormes problemas –no solo actuales, sino aún a porvenir – considerando un enemigo a destruir, ya no solo al sujeto aristócrata de cuna, sino que también ha caído en la vorágine de odio sin sentido el pobre sujeto de clase media que trabaja y se esfuerza de manera honesta. Es tan exacerbado el odio, que acá en Argentina (y con mucha pena lo digo), un pobre obrero común es victima de cualquier delincuente. Lo matan para robarle lo poco que gana para su sustento.

“Poseer no es un pecado”, tal como dijo Spengler. Para “poseer” hay que trabajar, no hay otra formula mágica (aunque esto parezca una ingenuidad de mi parte; ya que en la practica, más vagos se sigan sumando a los planes que otorga el gobierno).
“Lo importante no es cuánto se tiene, sino qué se tiene y de qué modo se lo tiene” – totalmente de acuerdo con el señor filosofo.




(..) Sobre el poseer - Significa superioridad intrínseca y diferencia a clases enteras de personas. Para ello no hace falta mucho: una pequeña granja bien atendida, un buen oficio, un pequeño jardín en el que se nota el amor con que es cuidado, el hogar limpio de un minero, un par de libros o de reproducciones de arte antiguo. Lo que importa es que uno transforme tales cosas en un mundo personal; que las impregne con su personalidad. La propiedad auténtica es un alma, y recién en esa medida es cultura auténtica. Estimarla por su valor en dinero es un error o una profanación

¡Cuan dulce ternura hay en estas sabias palabras!.  Como no recordar el hogar de los abuelos; la simpleza de lo poco tal vez,  pero la grandeza de las cosas hechas y conseguidas simplemente con amor y esfuerzo . Eso, es el alma vital de las cosas, de lo expresamente material sin la visión puerca y mundana del valor en dinero de las cosas. Spengler lo define de forma magistral.




(..) el «dinero» es una abstracción, un  simple montón de valores en el sentido del mercado, que se puede estimar sólo matemáticamente en una divisa cualquiera. Su único atractivo reside, por un lado en las múltiples posibilidades de obtenerlo de la noche a la mañana, desde el juego de azar y el robo con violencia hasta los negocios basados en la política y en la especulación bursátil con cantidades que ni siquiera se tienen y, por el otro, en la posibilidad de derrocharlo en cualquier momento.

Una visión muy particular si la vemos desde el prisma nebuloso de un político y de un banquero.




La falta de una propiedad o una renta considerable no es una desdicha ni una miseria, como que tampoco su posesión supone la felicidad en el sentido usual. El hecho de la pobreza en sí no es una catástrofe; recién cierto razonamiento sobre el hecho, recién el percibir las diferencias como antítesis; en fin, recién la envidia es lo que convierte la pobreza en desdicha. Para que alguien se sienta miserable es preciso que antes le haya sido hecha repulsiva la existencia modesta, y ésta ha sido la misión de los demagogos de todos los tiempos.

¡Que sapiencia la de Spengler!; observador astuto sin duda.



 Recién con ello comienza la revolución social a adquirir una tendencia económica que se manifiesta en teorías subversivas no relacionadas con la organización y los fines de la economía, sino centradas en el valor monetario de sus instalaciones y sus ganancias. Se crean antítesis entre pobres y ricos para iniciar la lucha entre ellos. Se quiere tenerlo «todo», todo lo que existe, todo lo que puede ser convertido en dinero, ya sea repartiéndolo o poseyéndolo en común, y lo que no se puede obtener así, se destruye para que los demás no lo sigan poseyendo. De este sentir y de este pensar – que no es el de los estratos sociales inferiores, sino el de sus autodenominados voceros – ha nacido todo lo que en la antigüedad se llamó reparto equitativo de la riqueza y hoy se llama lucha de clases y socialismo. Es la lucha entre las clases de «arriba» y las de «abajo» de la sociedad, librada entre los conductores de las naciones y los conductores del submundo para quienes las clases obreras no son más que objetos y medios para fines propios.

La lucha de clases ha sido y sigue siendo un gran problema. Sin dudas, “las mentes brillantes” han empleado este exquisito método de sutileza en favor de intereses políticos “non sanctos”.

No es mi intención asustar o generar expectativas en base a ciertos puntos de vista, pero una situación francamente difícil está hoy mismo en vías de desarrollo. El ecumenismo religioso es una realidad que crece rápidamente y no hay que perderle pisada a lo que están planeando u organizando. Con el lema a cuesta de “igualdad social para todos” y con la idea de un “reparto equitativo de la riqueza”, que no sorprenda algún día, que los gobiernos obligen a los ciudadanos de bien “ha repartir sus bienes con los más necesitados”.

¡Pero como puede ser! ¿No está bien ser generosos con los más necesitados?. Con los necesitados que no pueden trabajar por algún digno motivo, sin duda que la dadiva noble es muy loable de ser hecha. Sin embargo, “el reparto de riqueza” se estipula que los beneficiarios serían toda una ralea de personajes de todo tipo, menos lo que se dice precisamente “trabajadores”.

¿Pero estás seguro? ¿Cuándo pasaría algo semejante?. Sencillo; el ecumenismo religioso esta buscando aunar todas las religiones bajo un sincretismo como nunca antes existió en la historia de la humanidad. Con ardides auspiciados por oscuros designios y tergiversando las escrituras a sus propios y mezquinos intereses; esta iglesia universal “amparada en su propia cosmovisión y en los derechos humanos” buscara la igualdad a costa del despojo del que tiene. Esto sería efectuado en un momento de extrema crisis económica mundial y obviamente bajo el auspicio de un “Nuevo Orden Mundial” (el cual no estamos muy lejos). Oponerse significara ir contra un orden establecido – no solo político, sino religioso – y ya uno puede imaginar las consecuencias que eso traería aparejado.

Spengler definió muy bien la primera fase de este siniestro fin. La próxima fase es la que acabo de exponer recién – y temo que la cosa va muy en serio y es para temer




Toda demagogia estructura su programa conforme a aquella parte de la nación que espera movilizar para sus fines. En Roma, desde Flaminio a C. Graco, fue la clase campesina itálica que quería tierras para labrarlas. De aquí el reparto de la región gala al sur del Po por el primero y la demanda de reparto del ager publicus por parte del segundo. Pero Graco sucumbió porque los campesinos, que habían acudido en masa a Roma para la votación, tuvieron que volver a sus casas para recoger la cosecha. Desde entonces, la demagogia al estilo de los Cinna y los Catilina especuló con los esclavos y, sobre todo, en lugar de apoyarse en los laboriosos jornaleros, se dirigió – como había sucedido antes en las ciudades griegas desde Cleón – al populacho sin oficio y de cualquier procedencia que vagaba por las calles de Roma y quería ser alimentado y divertido: ¡panem el circenses! Precisamente debido a que a través de todo un siglo se desarrolló una competencia reñida y cada vez más costosa por la conquista de tales masas, éstas crecieron en una proporción tal que todavía después de César constituyeron un constante peligro para el gobierno del imperio mundial. Cuanto más inferior es esta clase de seguidores, tanto más útil resulta. Por eso, desde la Commune parisina de 1871 el bolchevismo no ha intentado actuar tanto sobre el trabajador especializado, laborioso y sobrio que piensa en su oficio y en su familia, como sobre la gentuza haragana de las grandes ciudades dispuesta en cualquier momento al asesinato y al saqueo. Por eso es que, en Alemania, desde 1918 hasta los años del gran paro obrero, los partidos obreros gobernantes se han cuidado muy bien de no establecer una diferencia legal entre los desocupados y los vagos. Por aquél entonces, junto con el subsidio a la supuesta desocupación coexistió una escasez de trabajadores, sobre todo en el campo, y nadie trató seriamente de impedirlo. Fueron miles los que abusaron de los subsidios por enfermedad para eludir el trabajo. Al principio, el paro obrero fue literalmente cultivado por el marxismo. Es que el concepto de proletario excluye la alegría producida por el trabajo. Un obrero que sabe hacer algo y que está orgulloso de su producción no se siente proletario. Para el movimiento revolucionario es un estorbo. Tiene que ser proletarizado y desmoralizado para que ese movimiento pueda aprovecharlo. Éste es el verdadero bolchevismo.

Ocurre todo tal cual como sucede hoy acá. Que verdad cuando se dice que la historia es cíclica, que se repite. ¡Estadista y conocedor excepcional Spengler!



 Este libro es realmente fabuloso. Acido, polemico y mordaz sin dudas Aún hay un poco más que no tiene desperdicio. La proxima sera la ultima parte y también el enlace para bajar este libro.



jueves, 3 de noviembre de 2011

Libros: Años Decisivos - Oswald Spengler - Parte II




Continuamos con la segunda parte de frases importantes del libro "Años Decisivos" del filosofo y estadista Oswald Spengler.



Lo que hoy reconocemos como «orden» y fijamos en constituciones «liberales» no es más que una anarquía hecha costumbre. La llamamos democracia, parlamentarismo o soberanía popular; pero de hecho no es sino la simple ausencia de una autoridad consciente de su responsabilidad; es la inexistencia de un Gobierno y, con ello, de un verdadero Estado.

Gran verdad, porque de hecho no hay gobierno alguno que sintetice de manera correcta lo que es la responsabilidad y el trabajo en pos de la sociedad. Acá en Argentina terminan los mandatos politicos en grandes escandalos y corruptelas politicas. De hecho poco les importa, porque la inmunidad politica les protege y literalmente se “cagan” en lo que piense o diga la gente. El verdadero Estado es el que se cocina detrás del telón y es el que financia y patrocina a estos payasos que son servidores leales al dinero y a los cerebros adinerados que hacen de titireteros.



Que se quiere decir con eso del «gobierno del pueblo». (..) Llegan personas que autodenominan «representantes» del pueblo y se ofrecen como tales. Pero se proponen «servir al pueblo»; lo que quieren es servirse del pueblo para fines propios, más o menos sucios, entre los cuales la satisfacción de la vanidad es el más inocente de todos. Combaten a los poderes tradicionales para ocupar su lugar. Combaten el orden del Estado porque el Estado impide el tipo de actividad que realizan. Combaten toda clase de autoridad porque no quieren ser responsables ante nadie y ellos mismos huyen de toda responsabilidad. Ninguna constitución contiene una instancia ante la cual tengan que justificarse los partidos políticos.

Claro y cristalino como el agua. Explicado a la perfección lo que representa hoy un poltico. La última parte es vital para comprender tanto desatino: “Ninguna constitución contiene una instancia ante la cual tengan que justificarse los partidos políticos”. Letalmente real.



De este modo nace la «democracia» del siglo, que no es forma, sino ausencia de forma en todo sentido y por principio. Nacen así también el parlamentarismo como anarquía constitucional y la república como negación de toda clase de autoridad.

Así es la democracia y con la misma el parlamentarismo (o congreso nacional como se lo llama aquí en la Argentina, donde esta lleno de parasitismo pluritario)



Si hoy predomina la impresión de que la dirección de la economía es el elemento más poderoso, es porque la dirección política ha sucumbido a la anarquía partidista y no merece ya el nombre de verdadera dirección, y porque, por consiguiente, la dirección económica parece sobresalir.

La política está sujeta a la economia, creo que eso no lo duda casi nadie. De esta forma, la política es la hija boba de las finanzas; ya que estás, son las que realmente mandan.



En la actualidad, debido a la insignificancia de los estadistas dirigentes, personalmente interesados casi todos en negocios particulares, el hecho es que la economía interviene decisivamente en las resoluciones. Pero ahora ya se trata de la economía. en su totalidad: no son sólo los Bancos y los grupos económicos, con o sin disfraz partidario, sino también aquellos grupos orientados al aumento de los salarios y a la disminución del trabajo que se llaman partidos obreros. Y esto último es la consecuencia necesaria de lo primero. Ésa es la tragedia de toda economía que quiere auto-asegurarse políticamente.

“Interesados casi todos en negocios particulares” (si sabremos eso de los políticos acá en Argentina). Spengler habla de los partidos obreros, los cuales no podemos obviarlos para nada ya estos también forman parte del sistema. Y no hablamos del trabajador común que busca un lógico beneficio para una mejor calidad de vida; sino de los sindicatos que llevan en si mismos la marca típica de la mafia. Y la tragedia de la economía sin duda alguna es el auto-aseguro político, ya que este deja grandes dividendos sin hacer nada.



Recién cuando el imperialismo queda en manos de mercaderes económicos y materialistas, cuando cesa de constituir una política de poderío, recién entonces decae rápidamente desde el interés de quienes conducen la economía hasta el ámbito de la lucha de clases de quienes ejecutan el trabajo. De este modo se desintegran las grandes economías nacionales y arrastran consigo a las grandes potencias hacia el abismo.

Hoy podemos verlo con mucha claridad. Varios países en bancarrota y sobre todo con una potencia como los Estados Unidos al borde de un colapso total. No sería una locura que pronto sucumba está gran potencia como la conocemos y surja un “Orden Mundial” con base en Europa para una reorganización mundial unificada de la economía.



Los grandes ejércitos han sido el elemento más conservador del siglo XIX. Ellos – y no la monarquía debilitada, ni la nobleza, ni incluso la Iglesia – mantuvieron en pie la forma de la autoridad del Estado contra las tendencias anarquistas del liberalismo.
«Desgraciadamente, este elemento es sólo conservador y no creador; y precisamente lo que importa es crear»

Esto fue una realidad. Los ejércitos siempre fueron la piedra en el zapato para los liberales, por su gran tradición conservadora. “Lo que importa es crear”, según una frase de Metternich de 1849, y precisamente de eso carece el ejercito. El ejercito principalmente es un gran elemento de disuasión.



¿Qué es, hoy en día, una potencia de gran envergadura? Una construcción estatal o similar a un Estado, con una dirección que tiene objetivos políticos mundiales y probablemente también los medios para concretarlos, sean cuales fueren los medios sobre los cuales se apoya: ejércitos, flotas, organizaciones políticas, créditos, grupos bancarios o industriales poderosos con intereses comunes y, por último, y sobre todo, una fuerte posición estratégica en la esfera terrestre.

Si quiere saber lo que es una potencia mundial, Spengler ya daba esbozos de sus caracteristicas. En esa epoca, Estados Unidos ya era una potencia industrial y la Unión Sovietica perfilaba para ser otra potencia, debido a su gran posición estrategia en el globo y a su politica de expansionismo politico que amenazaba toda Europa. Despues de la SGM, Estados Unidos y la Unión Sovietica serían los amos del mundo, decidiendo los destinos entre oriente y occidente.


Lo cierto es que las cosas no cambiarían mucho si un buen día, por razones de eficacia política, se abandonase el principio comunista. Los nombres cambiarían: las ramas administrativas de las organizaciones económicas se llamarían corporaciones, los comisarios formarían consejos de administración y los comunistas mismos serían accionistas. Por lo demás, la forma capitalista occidental existe allí desde hace ya mucho tiempo.

Visionario excepcional Spengler. Vaticino con gran exactitud lo que habría de acontecer en la Unión Sovietica, después de la caída del muro de Berlin. Cuando cae la Unión Sovietica, en poco tiempo el comunismo mutó hacia formas propias tipicas del capitalismo. De hecho si hablamos propiamente del comunismo, tenemos que reconocer que el mismo en la practica fue un verdadero capitalismo de estado. (Risueño es observar cadenas de McDonald´s – simbolo total del capitalismo - en la Rusia de hoy). Incluso China es una superpotencia economica y sus corporaciones y formas de hacer negocio son netamente capitalistas (a pesar que aún se dicen comunistas y llevan todavía la estrella roja).



La vida se estructura de un modo exclusivamente económico y carece, por lo tanto, de profundidad; tanto más, cuanto que le falta el elemento de la auténtica tragedia histórica, de ese gran destino que a través de los siglos ha profundizado y educado el alma de los pueblos occidentales. La religión, que originalmente fue de un severo puritanismo, se ha convertido en una especie de entretenimiento obligatorio y la guerra se convirtió en el nuevo deporte. Y también, tanto aquí como allá, existe la misma dictadura de la opinión pública, – preestablecida ya sea por los partidos políticos o por la sociedad – dictadura que se extiende a todo lo que en Occidente se deja abandonado a la voluntad individual: el coqueteo y la concurrencia a la iglesia, los zapatos y los cosméticos, los bailes de moda y las novelas de moda, el pensamiento, la comida y las diversiones. Todo es igual para todos. Hay un tipo establecido de americano, y sobre todo de americana, estrictamente reglamentado en cuanto a apariencia física, vestimenta y espíritu; y quien se rebela contra la norma, quien se atreve a criticarla públicamente, cae bajo la proscripción general.

Todo es igual para todos”; principio de homogeneidad que se propagó a raudales en los últimos 20 años, sobre todo, con la tecnologia; cimentando una globalización donde la mayoría de las cosas son comunes a todos. ¡Y otra gran verdad!: “quien se rebela contra la norma, quien se atreve a criticarla públicamente, cae bajo la proscripción general”. Brillante.



En cambio, sí hay, tanto allí como en Rusia, un hampa poderosa de características casi dostoyewskianas, con fines de poder propios y métodos propios de disgregación y de negocios. El hampa, a consecuencia de la corrupción inveterada de los órganos administrativos y de seguridad y sobre todo por el contrabando de alcohol que ha intensificado al extremo la desmoralización sociopolítica, alcanza hasta a las clases muy acomodadas de la sociedad. Incluye la delincuencia profesional y las sociedades secretas del género del ku-klux-klan. Comprende negros, chinos y elementos desarraigados de todos los linajes y razas europeas, y posee organizaciones muy eficaces, antiguas ya en parte, del orden de la camorra italiana, de las guerrillas españolas y de los nihilistas rusos de antes de 1917 y los chekistas de después. Los linchamientos, los secuestros y los atentados, los asesinatos, robos e incendios son medios de propaganda político-económica de efectividad comprobada desde hace ya mucho tiempo.

Con esto, podemos comprender muy claramente, que las mafias de toda indole son necesarias y que los gobiernos se valen de ellas. La inseguridad, secuestros ,etc son necesarios como medios de propaganda politica-economica (acá en Argentina somos lideres en esas lides).




El espíritu emprendedor agoniza y la generación joven, en su espíritu, en su moral y en su cosmovisión, ha caído desde las alturas

Cada vez más jóvenes emigran porque no encuentran un camino adecuado. Los proyectos personales son aniquilados u robados porque no esta permitido el emprendimiento creativo y constructivo. La meritocracia fenece y con ella el espiritu de lucha de los pueblos.




Aunque no lo percibamos, casi todos llevamos dentro esta discrepancia entre el sentir y el pensar. Por eso son tan pocos los que llegan a darse clara cuenta del lado en que están realmente.

Profundo y para pensar, tipico de la pluma sagaz de Spengler.



Por el dinero, que la plebe codiciaba tanto como los especuladores acaudalados, se hundieron el honor y la grandeza de Roma, su raza y su idea. Pero – al igual que hoy – esta masa urbana, venida de todos lados, no fue movilizada y organizada desde adentro para conquistar su «derecho» a gobernarse y para lograr su «libertad» venciendo la opresión de las clases dominantes. Fue instrumentada como medio para los fines de políticos comerciantes y revolucionarios profesionales. De estos círculos surgió la «dictadura de abajo» como última consecuencia necesaria de la anarquía democrática radical, tanto entonces como ahora. Polibio, que poseía experiencia de hombre de Estado y una aguda visión de la marcha de los acontecimientos, lo previó así con seguridad treinta años antes de Cayo Graco: «Cuando ambicionan altos empleos del Estado y no pueden obtenerlos por sus méritos y talentos personales, derrochan dinero, seduciendo y atrayéndose a la masa por todos los medios posibles. La consecuencia es que este arribismo político acostumbra al pueblo a recibir regalos y le infunde un ansia de dinero obtenido sin trabajar. Con ello perece la democracia y es substituida por la violencia y el derecho de los puños. Pues, en cuanto la multitud, acostumbrada a vivir de la propiedad ajena y a fundar la esperanza de su sustento en la fortuna de los demás, encuentra un caudillo ambicioso y decidido, pasa al empleo del poder de sus puños. Y entonces, aglomerándose, asesina, saquea y hace suya la propiedad de los demás, hasta que, totalmente corrompida, cae en poder, de un dictador ilimitado» ( ? ) . . . «Pero la verdadera catástrofe será provocada por la masa cuando se estime perjudicada por el ansia de dinero de los unos, en tanto que la ambición de los otros, halagando su vanidad, la induzca a sobreestimarse. Se alzará furiosa, no prestará ya oídos más que a la pasión en toda clase de negociaciones y no obedecerá a los que llevan las riendas del Estado; ni siquiera les reconocerá iguales derechos, sino que exigirá en todo y para todo el derecho a decidir. Llegadas las cosas a este punto, el Estado se adornará con los nombres más bellos, los de libertad y el del gobierno del pueblo por sí mismo; pero en realidad habrá recibido la peor forma: la oclocracia, la dictadura de la plebe» ? .
Esta dictadura no es hoy ya tan sólo una amenaza que pende sobre los pueblos blancos, sino que nos hallamos bajo su pleno imperio, y de un modo tan profundo y evidente que ni siquiera lo notamos. La «dictadura del proletariado» – esto es: de sus beneficiarios, de las organizaciones obreras y de los funcionarios de los partidos políticos de todas las tendencias – es un hecho consumado, ya sea porque los gobiernos están formados por ellos o bien porque están dominados por ellos debido al miedo de la «burguesía».

Un poco largo, pero no tiene ni un apice de desperdicio tanto palabrerio. Esto es lo que sucede sin ninguna duda en la actual Argentina. La historia es ciclica y como tal se repite. Sucedió en la antigua Roma y hoy se repite en la actualidad. Es muy fácil darse cuenta que en nuestro país esto es una realidad total. El odio de clases es real y es muy probable que en poco tiempo más, tus bienes y tu familia estén en franco peligro (recuerden la época de los saqueos).




Esta alianza entre la Bolsa y el sindicato existe hoy igual que en aquél entonces. Está basada en la evolución natural de tales épocas, porque surge del odio común contra la autoridad del Estado y contra los líderes de la economía productiva, que le ponen límites a la tendencia anarquista de ganar dinero sin esfuerzo.

¿A que líder sindical le gusta trabajar?. Acá ejemplos tenemos de sobra. Gordos barrigones con aires patoteros que tienen mansiones muy caras y autos ultmo modelo. ¿Alguién investiga sus cuentas bancarias y sus declaraciones fiscales?



El escenario de esta revolución de la vida, y al mismo tiempo su «territorio» y su expresión, es la gran ciudad, tal como ésta comienza a formarse en la declinación de todas las culturas. En este mundo de piedra y petrificante se aglomera cada vez más el pueblo desarraigado que le resulta sustraído al agro campesino. Es «masa» en un sentido espantoso; es arena humana informe con la que pueden, sin embargo, amasarse productos artificiales y, por tanto, efímeros, como los partidos políticos y las organizaciones diseñadas de acuerdo con programas e ideales, pero en los que se han extinguido las fuerzas del crecimiento natural – impregnado de tradición por la secuencia de las generaciones – y, sobre todo, se ha extinguido en ellos la fertilidad natural de toda vida, el instinto de la perduración de las familias y de las estirpes. La abundancia de hijos, el primer signo de una raza sana, se convierte en algo molesto y ridículo.

Spengler siempre critico y odio las ciudades. En “Decadencia de Occidente” habla mucho también sobre ellas. Las ciudades han quitado mucho de la escencia misma del hombre. Hoy podemos apreciar a nivel mundial que hay una enorme perdida de la natalidad. Ciudades con mucha población de gente muy mayor y pocos nacimientos. Hoy tener hijos resulta algo molesto, como aseveró Spengler. La molestia está dada principalmente por motivos económicos. No se tienen hijos por que cuesta mantenerlos, y las mujeres no desean tenerlos porque son un contratiempo a un trabajo o a una carrera. Se piensa a nivel económico y por tanto, la familia como nucleo, pierde todo sentido por su mera existencia.



 Aún hay más, mucho más sobre este increible libro que seguiremos desglosando de a poco en una nueva publicación. Spengler nunca tiene desperdicio.