Durante muchos siglos casi no fue necesario reflexionar sobre esta interrogante porque la gente sabía, y más que saber, sentía, una respuesta inmediata, afirmativa. Se sabía y se sentía la trascendencia de la vida. Un tránsito por este "valle de lágrimas" para llegar "a la vida verdadera", a la "vida perdurable".
Después, lentamente, las teorías materialistas fueron moviendo las bases de ese conocimiento. Durante el siglo dieciocho las corrientes materialistas y anticristianas estallaron arrolladoramente en el enciclopedismo y en el "iluminismo" de las sectas secretas. Más tarde el positivismo, el darwinismo, el evolucionismo y el marxismo convergieron para afirmar que la vida es producto del azar. Consecuentemente, carece de Creador y de finalidad.
¿De dónde venimos? . . Ese enigma lo contestó cierta parte de la ciencia saltando desde la materia inerte hasta el infusorio, del infusorio a una "asociación de células", para llegar al simio y al hombre. ¿A dónde vamos? . . Al polvo de donde salimos, ahora ya sin esperanzas de recobrar la existencia a través del infusorio, del anfibio y del chango.
Toda la enseñanza primaria y superior así lo induce claramente. Jean Rostand, ensalzado por los positivistas contemporáneos, enseña a los alumnos de biología: "El hombre.no es la obra de una voluntad lúcida; ni siquiera el resultado de un esfuerzo sordo y confuso.
Los procesos ciegos y desordenados que lo han concebido, no buscaban nada, no aspiraban a nada, no tendían a nada, ni siquiera de la manera más vaga del mundo. El hombre nació sin razón y sin objeto, como nacieron todos los seres, no importa cuándo, no importa dónde... El hombre no prepara nada, no prolonga nada, no se liga a nada. El único orgullo que el hombre puede pretender: ser lo más complicado que existe como montaje de moléculas. ..
Una cosa de la que no dudo nunca es que fuerzas extrañas a nuestro corazón hayan jugado con él... Los que creen en un Dios, ¿piensan tan apasionadamente en su presencia como pensamos en su ausencia nosotros, los que no creemos en él?" ("Existe Dios? No Responden".- Jean Rostand).
Para el positivismo, para el materialismo, la única meta de la vida _" accidente del azar" - es que la vida se disuelve en la Nada.
Una de sus pruebas es que "nadie ha regresado del más allá"... y la objeción inmediata es: ¿acaso el niño que deja el seno materno y que desaparece de esa vida sin luz, cesa de existir porque jamás regresa al seno de donde nació?
Otra de sus pruebas es que la Ciencia no puede demostrar que haya otra vida. A lo cual se le refuta: ¿Y cuántas cosas la Ciencia no ha podido probar, y luego se ve que existen? ¿Y cuántas otras no ha podido llegar a probar, y sin embargo las afirma? ...
El futuro que auguran el positivismo y el materialismo (y la ciencia manejada por ellos), es bastante claro y demostrado: el ser humano va muriendo, y los muertos van muriendo cada día más al alejarse su recuerdo. Con los años las sepulturas también mueren, y con ellas los panteones acaban por desaparecer también.
Y así han desaparecido y desaparecerán las ciudades, las culturas, los soles y los planetas. Nada quedará de lo que fue cuna y mortaja de la razón y del sentimiento humanos.
El azar nos ha dado el don de pensar, de sentir y de amar. Nos ha dado la inteligencia, quizá para que sólo tengamos noción de nuestra muerte y disolución en el polvo y la Nada.
El dolor de la conciencia es más vivo que el dolor de la materia, si es que a la materia se le puede atribuir la facultad de sentir dolor.
Desde el ángulo positivista, materialista (que es el único que actualmente se enseña a la juventud), hay dos certezas básicas de la vida humana: que viene del azar confuso y que se extinguirá en la muerte. Desde esa perspectiva, es evidente que todos los afanes, los proyectos, las empresas triunfantes, terminan en la más completa y absoluta derrota, aún cuando hayan sido realizados. Porque lo fueron en forma transitoria y al final la muerte dice la última palabra extinguiendo en polvo -derrotando- a inteligentes y a tontos, a ricos y a pobres, a victoriosos y a vencidos.
Vista del modo positivista, la muerte es una derrota total, inexorable y definitiva. Nada cuenta junto a ella. Nada de lo hecho o de lo no hecho; de lo bueno o de lo malo; de lo perverso o de lo noble, significa nadaen la vida que se extingue con la muerte. La muerte es la dispersión de todo propósito, de todapersonalidad, de todo anhelo, de toda acción, de todo sentimiento. La muerte es, pues, lo que da sentido íntegro de inutilidad al esfuerzo y al dolor. Porque es volver a la Nada. De la Nada, al Ser, al Dolor y definitivamente a la Nada... No hubo plan ni hay meta.
ATISBOS DE QUE NO ES PRECISAMENTE ASI...
Muchos científicos, sin embargo, dudan de toda esa estructura materialista. Otros categóricamente la niegan.- Los primeros se preguntan: ¿la vida tiene alguna finalidad o meta? El famoso fisiólogo francés Richet afirmó que en todo ser viviente hay una finalidad. La vida, dijo, persigue fines, va hacia alguna meta, no es un ciego accidente del azar. Y ofreció multitud de pruebas biológicas:
La fibrina, en la sangre, está destinada a cerrar las posibles heridas, y eso demuestra un principio de previsión... Alguna voluntad trabaja para afirmar la seguridad del individuo. Cada órgano está hecho con vistas a una función y a múltiples y sabias resoluciones de problemas vitales que se le pueden presentar en el futuro. Eso no puede ser "adivinación". En la vida hay plan y se persiguen metas. ("Apología de la Biología".- Carlos Roberto Richet).
Otro científico, el biólogo suizo Emilio Guyenot, dijo que el organismo tiene permanentes invenciones para eludir peligros. Los anticuerpos específicos se adaptan a las toxinas y a los venenos invasores "como una llave se adapta a una cerradura". Nuestros 100 billones de células resuelven constantemente problemas de inexpresable complejidad. El ojo de las aves que vuelan muy alto tiene un filtro para precaverse de los nocivos rayos solares en las grandes alturas. Y miles de ejemplos más podrían citarse. ("La Variación").
Gustav Le Bon
El científico francés Gustavo Le Bon decía a principios del siglo XX: "El admirable trabajo de las células, con sus reacciones, descomposición de cuerpos estables, etc., todas esas operaciones admirables, adaptadas a un fin, están dirigidas por fuerzas de las que ninguna idea tenemos, fuerzas que se conducen como si poseyeran una clarividencia superior a la razón. Lo que ellas realizan en cada momento de nuestra existencia, está muy por encima de lo que puede hacer la ciencia más avanzada." ("La Evolución de la Materia").
Uno de los positivistas modernos, Guillermo Fernández Muñoz, afirma: "Existen principios que encauzan las expresiones de la materia, desde el hombre hasta las nebulosas. Esto nos lleva a la conclusión de que hay principios de orden inmaterial, y éste es el único elemento inmaterial reconocido por la ciencia física...
Los substratos constituyen individualidades de tipo puramente energético que imponen a la materia errante una forma y dirección que no son perceptibles en forma directa porque carecen de las dimensiones materiales, pero cuya existencia nos resulta indispensable para explicamos la existencia humana...
"La vida es un ciclo y así la muerte resulta todo lo contrario de lo que creemos, pues con ella nos reintegramos totalmente a esos sentimientos que constituyen la esencia de la vida, y que en nuestro ciclo sólo durante algunos momentos gozamos: aquellos en que el cuerpo logra traducir plenamente las tendencias que lo impulsan". ("El Hombre y su Destino." 1962. Guillermo Fernández Muñoz).
Aunque todo eso no resulta muy categórico o claro, es significativo que un positivista contemporáneo entreabra ya las puertas a un "algo" que no es materia y a un "algo" que trasciende la vida presente.
Por otra parte, el filósofo de la desilusión, brillante en el pesimismo, se preguntaba: "Pero, ¿no es realmente un milagro esa fuerza de todo organismo? La física no podrá nunca destronar a la metafísica, porque se contenta con admitir tales y cuales principios sin profundizar en ellos, lo que supone que renuncia. de antemano a suministrar una explicación última de las cosas... "¿Este presente tan precioso que vosotros, hijos del tiempo, deseáis con tanto afán, no lo tenéis actualmente en real y plena posesión? ¿Sabes cómo has llegado a él? ¿Conoces los caminos que te han traído, para afirmar que con la muerte se quedarán cerrados? No comprendes la existencia de tu Yo, después de la destrucción de tu cuerpo; pero, ¿acaso comprendes mejor tu existencia actual y la senda por donde viniste a ella? ¿Qué razones puedes tener, para pensar que las vías secretas que estuvieron abiertas para conducirte al presente actual no continuarán libres, abriéndose paso a otro presente, hoy futuro? . .
"El único error innato que albergamos es el de creer que hemos venido al mundo para ser felices; es insensato cerrar los ojos y no querer reconocer la clara revelación de que el verdadero destino de la existencia humana es el dolor; que la vida está completamente rodeada por él y que no podemos eludirle, que entramos en el mundo con lágrimas y que a su término es peor...
"El dolor es un medio de purificación que, en la mayoría de los casos, basta por sí solo para santificar al hombre, es decir, para hacerle abandonar el errado camino de la voluntad de vivir... La vida se nos presenta como un baño de purificación cuyo ingrediente más eficaz es el dolor. Cuando el baño ha terminado deja como residuo impuro la maldad pasada." ("El Mundo Como Voluntad y Representación". A. Schopenhauer).
Pero quedan sin respuesta dos interrogantes: ¿Por qué? ¿Para que?.... Ciertamente el dolor acecha a todos los seres. Hasta un momento de intensa felicidad, con el tiempo puede cargarse de dolor si un suceso adverso o la muerte del ser querido impiden que aquella felicidad vuelva a presentarse. La fotografía de un momento alegre se trueca más tarde en dolorosa nostalgia. La vida es tan precaria que cambia así, en dolor, hasta lo que parecía ya una felicidad conquistada y propia. Cualquier momento vivido de modo feliz se puede matizar más adelante de angustia y tristeza.
Las familias van formándose bajo un halo de ilusión y se van extinguiendo en vejez y dolor. La conversación cariñosa de una madre; el apoyo del padre o la confiada compañía del hermano; su gusto por una melodía o una lectura, llegan lenta o repentinamente a su fin... Su recuerdo es una estela de imágenes, que el tiempo va congelando como si congelara lágrimas.
La alegre sonrisa de un niño; sus brazos tendidos en expresión innata de amor; el regalo que recibe con júbilo; el amanecer que promete un día de nuevas emociones; la belleza de un campo contemplado desde un tren en marcha; la grandeza del mar y el jugueteo con sus olas, todo va pasando como una bella ficción, como algo que en sí mismo lleva --escondidas de momento-Ia tristeza o la melancolía o las lágrimas de su futuro fin.
VOCES DISTINTAS A LAS ANTERIORES
A pesar de todo eso, Leibniz decía -con su mente de disciplina científica- que este mundo es el mejor de los mundos posibles pese al dolor; porque el dolor es un mal necesario; porque estamos ligados a la materia, que implica privación y defecto; porque el dolor que existe en este mundo es el mínimo necesario para alcanzar después un máximo de bien.
Y otro profundo y lógico pensador, Kant, decía que nuestra vida moral percibe la tragedia, el dolor, el desgarramiento profundo que produce en nosotros la existencia de un abismo entre lo ideal –que concebimos como una realidad trascendente- y la realidad actual, inmersa en los vaivenes de la Naturaleza, sujeta en el engarce de causa y efecto, a circunstancias transitorias que son ciegas para los valores morales. Pero que, allende este mundo, debe estar la realidad: lo que "debe ser", tal como lo vislumbra la conciencia moral.
Job dijo hace milenios: "Señor, ¿no oyes pues nuestras imploraciones? ¿No te llegan los millares de llamadas de socorro que en cada instante hacia tí ascienden? Nosotros no podemos creer que tú hayas querido el dolor como sentido último de tu creación. Siempre hemos de verte detrás de aquel umbral donde el dolor queda dominado por la plenitud de un amor todopoderoso... Me prosterno profundamente ante tu majestad, ¡sí!, pero no oso levantar los ojos a tí, mis ojos están turbios de llanto, y no puedo verte...
"También tu hijo, a quien nos enviaste, vino a vivir en un rincón. Que tu hijo se hiciera hombre es un milagro de tu amor. ¡Un ser limitado, encarcelado!... Tú mismo al hacerte hombre tenías que tornarte pequeño, qué aparecer pobre e insignificante. Oh, Señor Padre, ¿qué maleza es ésta de misterios? . . Existe un poder de la sombra, enemigo tuyo, y tú lo llamas aún a ese espíritu de la negación. Y él conquista en tu mundo y en tu régimen el éxito y el poder, en extraordinaria medida; en todas las cosas es su camino más fácil y cómodo que el de tus servidores y tus santos, más que el de tu hijo unigénito... y Tú lo dejas subsistir... Así debe ser todo lo que Tú has hecho y lo que no has suprimido...
"Tú eres el Ser, Tú eres la existencia... De Tí partió el ser como una esplendorosa lluvia que cayó en la nada, y surgimos nosotros... Parece que has creado algo que no tiene fronteras: nuestro infinito anhelo, nuestra aspiración infinita. Llevamos, pues, una infinitud dentro de nosotros, tu propia infinitud, en nuestra dolorosa conciencia de la pequeñez de todas las cosas creadas... Tú me has sacado de la nada... Cuando tú me has creado, debe estar bien. ¡Sea pues!..."
Y una alma muy distante de Job, que luchaba y que sufría tan íntima como inexplicablemente, rogaba a Dios con las siguientes palabras: "Y perdóname que todo te lo pida a Tí, porque yo nada soy, nada puedo, nada tengo... Pero una brizna de tu voluntad en mi pecho anida, y tengo todo porque confío en tu infinita misericordia"...
GENIOS DE LA CIENCIA; SU REACCION ANTE LA FE
Es curioso que un número creciente de jóvenes (muchos con apenas deficientes estudios de secundaria), respondan despectivamente ante el tema de la Fe: " ¡ Eso no es científico!"... En cambio, eminentes hombres de ciencia, del pasado y de hoy, tienen una reacción muy diferente.
Bias Pascal matemático, físico, filósofo francés del siglo XVII, el del cálculo infinitesimal y el cálculo de probabilidades, consideraba que "únicamente el catolicismo da una interpretación que permite comprender la condición contradictoria y enigmática del hombre, colocado entre el ser y la nada. El reconocimiento de la propia miseria humana es el inicio de la búsqueda dolorosa que lleva a la Fe."
Leibniz, otro de los grandes científicos, decía que era absurdo querer explicar la creación por el azar; que el Universo es obra de Dios y que esto no tiene ninguna contradicción.
Uno de los más eminentes maestros de lógica, Kant, decía que alma y Dios son indemostrables por la Ciencia, pero también irrefutables científicamente, y que la existencia de Dios es un postulado de la "razón práctica, anterior y superior a la teorética o especulativa".
Adam Müller, eminente investigador alemán, recorrió el camino de la economía y la política y por ese sendero llegó a la comarca de la Fe.
Luis Pasteur, el investigador genial de la biología, buscó el secreto de la vida por todos los ámbitos científicos y afirmó su certeza en la fe católica.
Max Planck, físico y matemático alemán, cuyo pensamiento penetró misterios y descubrió lós "cuantos" de luz, afirmaba en pleno siglo XX (1942) que religión y ciencia deben marchar enlazadas. "No hay razón para querer enfrentarlas como adversarios." (Revista "Signal").
Roberto A. Millikan, físico norteamericano, autor de "Protones, Fotones, Neutrones y Rayos Cósmicos", y de otros libros científicos que han merecido premios, dice que no es anticientífica la Fe en Dios.
José Vasconcelos, el notable filósofo iberoamericano, decía: "Yo no voy a la Fe por la razón, sino por la experiencia." Después de 9 años de triunfos políticos y militares, en la cumbre de sus éxitos y con la certeza de la victoria, Hitler decía en un reducido círculo de su cuartel general, el 29 de diciembre de 1941: "La gran tragedia para el hombre es que comprende el mecanismo de las cosas, pero las cosas mismas siguen siendo para él un enigma. Somos capaces de disociar los elementos de una molécula. Pero cuando se
trata de explicar el por qué de una cosa, nos faltan las palabras... Cuando haga construir en Linz un Observatorio, haré grabar estas palabras en su frontispicio: los cielos proclaman la gloria del Eterno"...
Alexis Carrel, biólogo, famoso internacionalmente, muerto en 1944, decía: "Las palabras de Jesús penetraron profundamente en la realidad de la vida. Rompen todas las convenciones. Son tan conmovedoras que, hoy todavía, nos cuesta trabajo el comprenderlas... Puede ser que la unión con Dios sea la finalidad secreta hacia la cual tiende el individuo desde el instante en que es concebido." ("La Conducta en la Vida").
Un científico contemporáneo, el radioastrónomo inglés Bertrand Lovell, director del Observatorio de Jodrell Bank, dice: "Yo no creo que el conocimiento científico sea el único conocimiento exacto, ni que esté siempre en lo cierto. Uno u otro de sus propósitos podrían ser falsos. Por el contrario, considero que la relación entre la teología y la ciencia es lo más importante que se plantea a la investigación teológica y filosófica actuales." ("Ciencia y Civilización"). Una lista sobre el particular sería interminable.
Wernher von Braun
Y uno de los científicos más representativos del triunfo de la tecnología actual es Wernher von Braun, formado en Alemania bajo el régimen de Hitler, a las órdenes del general Dornberger, perito en balística. Von Braun se manifestó como un genio de la mecánica, de la física y de la química, y logró armonizar los recursos científicos en 22.000 piezas que constituyeron el cohete V-2, capaz de salir a los espacios siderales a una velocidad cinco veces mayor que la del sonido. Posteriormente, en Estados Unidos, dirigió la construcción de otros cohetes, hasta llegar al Saturno V, compuesto de dos millones de piezas.
Fue el director de construcción de las naves y de los vuelos espaciales; hizo posible el vuelo del hombre a la Luna, y la exploración de Marte. Su opinión, acerca de la ciencia y la vida, era la siguiente: "En el mundo que nos rodea podemos observar las obvias manifestaciones del plan divino del Creador. Nos sentimos insignificantes por las potentes fuerzas que mueven a las estrellas, y por el orden predeterminado de la
naturaleza que le concede a una pequeñísima y opaca simiente la capacidad de desarrollarse hasta convertirse en una bellisima flor. Mientras más comprendemos las complejidades del Universo con todo lo que encierra, mayores son las razones para maravillarnos ante la creación divina... La creencia en Dios y en la inmortalidad del alma es lo que nos da la fuerza moral y la orientación ética que necesitamos prácticamente para todas las acciones de nuestra vida cotidiana. En nuestro mundo moderno mucha
gente parece tener la sensación de que la ciencia, en cierto modo, ha dejado anticuadas o fuera de lugar las ideas religiosas... Pero yo creo que la ciencia les reserva una verdadera sorpresa a los escépticos...
Todo lo que la Ciencia me ha enseñado y continúa enseñándome refuerza mi creencia en la continuidad de nuestra existencia espiritual después de la muerte..." (Muerto en 1977, a los 65 años de edad. – Citado en "Las Maravillas de la Creación". - R. A. Ginskey).
un texto interesante.¿cual es la fuente?
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