El Experimento de Obediencia Milgram 2010
Hace mucho tiempo atrás recuerdo haber visto una película del famoso señor Arnold Schwarzenegger denominada: “The Running Man” (1987); en la que se veía una futura sociedad totalitaria, donde el gobierno apacigua a la población mediante un sádico programa de televisión, donde nadie cuestiona nada.
En este “reality show” los concursantes apostaban por un cazador que debía eliminar a uno de los participantes, los cuales eran convictos que debían escapar con vida de un laberinto plagado de trampas y de los susodichos cazadores.
Posiblemente muchos hallan visto esta película u otros no; lo que jamás imagine, es que en la actualidad, la televisión esta yendo por en un camino netamente morboso, donde la ética y la moral ya no tienen prácticamente cabida. Programas similares a la temática que comente sobre la recordada película de los 80´s, no serían para nada descabellados e incluso podríamos llegar a alegar que serían normalmente aceptados por esta sociedad “ya sin razón” y fuera de todo escrúpulo. La televisión basura esta a la orden del día. Si aún duda, lo desafio en este instante a prender su TV y observar toda la "basura" que hay en ella, cambiando canal por canal en cualquier momento.
Lo que les mostrare a continuación es un documental que sigue a 80 personas que se presentan voluntarias para participar en el piloto de un nuevo concurso de televisión y que, sin saberlo, están participando en un experimento similar a los que Stanley Milgram realizó en Yale en los años sesenta para estudiar el impacto de la autoridad en la obediencia de la población.
Este controvertido documental generó titulares de prensa por todo el mundo tras su reciente estreno en la televisión francesa. El experimento que muestra “El Juego de la Muerte” es una llamada de atención sobre la obediencia ciega a la autoridad y el poder de manipulación de la televisión.
Impactante y revelador, sin lugar a dudas.
¿Quién fue Stanley Milgram?
¿Porque hizo este experimento?
Stanley Milgram (1933-1984) fue un psicólogo de la Universidad de Yale. Quizás su experimento mas famoso, y el que le llevó a la fama, fue el que llevó a cabo en base al ahorcamiento de Adolf Eichmann, importante general alemán a las órdenes de Hitler, y gran culpable de los asesinatos en masa judíos. Milgram se preguntaba cómo era posible que una persona normal como Eichmann, que no tenía un especial odio hacia los judíos y que no sufría ninguna enfermedad mental, hubiera podido formar parte activa en el Holocausto, solo por el hecho de haber recibido órdenes.
Milgram pensó en un experimento en el que pudiese comprobar hasta que punto el poder puede tener en sumisión a una persona. Para ello, puso anuncios en los periódicos locales buscando voluntarios para un experimento de atención.
A cada uno de estos, se les citaba junto a otra persona que se hacía pasar por el segundo sujeto del experimento, cuando en realidad era un actor. La explicación del experimento que se le daba al voluntario engañado era completamente equivocada: le decían que iban a comprobar si los castigos físicos podían producir mejoras en la memoria. A continuación, por medio de un amaño, siempre le tocaba al voluntario engañado el papel de "profesor" en el experimento, mientras que al actor, siempre le tocaba el de "alumno". Al “alumno” se le ataba en una silla de control eléctrica conectada a un panel de control que comunicaba con la mesa del “maestro”. Antes de empezar el experimento, a ambos se les daba una pequeña descarga de 45 voltios para que el “maestro” sintiese el dolor que podría llegar a producir al “alumno" y fuese consciente de ello.
A continuación empezaba el experimento en sí: el “alumno” intentaba memorizar y responder 30 pares de palabras que el “maestro” le había recitado. Si el “alumno” fallaba iría recibiendo del “maestro” descargas eléctricas cada vez más intensas. Sin embargo, como resulta evidente, el “maestro” desconocía que las descargas que recibía el "alumno" (actor) no eran reales: el actor las simulaba poniendo cada vez más énfasis en el dolor que ficticiamente sufría y suplicando parar el experimento, haciendo que realmente pareciese real. Por norma general a partir de los 300 voltios (ficticios) el “alumno” simulaba principio de entrada en coma.
El “maestro” podía parar el experimento en cualquier momento, simplemente negándose a llevarlo a cabo, pero si declaraba su preocupación por el “alumno” Milgram le ordenaría hasta en cuatro ocasiones que continuara. Si tras la cuarta orden de Milgram el “maestro” se negaba a continuar el experimento concluiría. Si no se negaba a parar se administraban tres descargas consecutivas de 450 voltios al “alumno” y el experimento finalizaba.
Antes de llevarlo a cabo, Milgram y su equipo habían pronosticado que el porcentaje de voluntarios que superarían la aplicación de 300 voltios sería en torno al 16%, pero los resultados del experimento no pudieron ser más escalofriantes: el 65% de los “maestros” (26 de 40 maestros que llevaron a cabo el experimento) llegaron a aplicar las descargas de 450 voltios, aunque declararon sentirse “incómodos” al hacerlo. En estos 26 casos todos llegaron a dudar en algún momento pero ninguno llegó a negarse del todo a continuar antes de llegar a los 300 voltios. La mayoría de los que llegaron hasta el punto final del experimento ni siquiera se preocuparon después por la salud del “alumno”.
Se debatió mucho acerca de la moralidad del experimento, si bien hay que añadir que de los 40 voluntarios el 84% de ellos afirmó haberse sentido muy contento de participar en el experimento, una vez conocieron la verdad. Las dos posibles teorías que Milgram dedujo como explicaciones a los resultados fueron la del conformismo y la de cosificación. En el 100% de los casos cuando los "maestros" se enteraban de que el "alumno" no recibía realmente las descargas, afirmaban sentirse muy aliviados por saberlo. Cabe añadir, que a lo largo de los años se han realizado variantes y experimentos similares, siendo los resultados muy parecidos. Lo han llegado a realizar con mujeres, o variando el nombre de la organización encargada del experimento, siempre con resultados igualmente alarmantes.
Milgram pensó en un experimento en el que pudiese comprobar hasta que punto el poder puede tener en sumisión a una persona. Para ello, puso anuncios en los periódicos locales buscando voluntarios para un experimento de atención.
A cada uno de estos, se les citaba junto a otra persona que se hacía pasar por el segundo sujeto del experimento, cuando en realidad era un actor. La explicación del experimento que se le daba al voluntario engañado era completamente equivocada: le decían que iban a comprobar si los castigos físicos podían producir mejoras en la memoria. A continuación, por medio de un amaño, siempre le tocaba al voluntario engañado el papel de "profesor" en el experimento, mientras que al actor, siempre le tocaba el de "alumno". Al “alumno” se le ataba en una silla de control eléctrica conectada a un panel de control que comunicaba con la mesa del “maestro”. Antes de empezar el experimento, a ambos se les daba una pequeña descarga de 45 voltios para que el “maestro” sintiese el dolor que podría llegar a producir al “alumno" y fuese consciente de ello.
A continuación empezaba el experimento en sí: el “alumno” intentaba memorizar y responder 30 pares de palabras que el “maestro” le había recitado. Si el “alumno” fallaba iría recibiendo del “maestro” descargas eléctricas cada vez más intensas. Sin embargo, como resulta evidente, el “maestro” desconocía que las descargas que recibía el "alumno" (actor) no eran reales: el actor las simulaba poniendo cada vez más énfasis en el dolor que ficticiamente sufría y suplicando parar el experimento, haciendo que realmente pareciese real. Por norma general a partir de los 300 voltios (ficticios) el “alumno” simulaba principio de entrada en coma.
El “maestro” podía parar el experimento en cualquier momento, simplemente negándose a llevarlo a cabo, pero si declaraba su preocupación por el “alumno” Milgram le ordenaría hasta en cuatro ocasiones que continuara. Si tras la cuarta orden de Milgram el “maestro” se negaba a continuar el experimento concluiría. Si no se negaba a parar se administraban tres descargas consecutivas de 450 voltios al “alumno” y el experimento finalizaba.
Antes de llevarlo a cabo, Milgram y su equipo habían pronosticado que el porcentaje de voluntarios que superarían la aplicación de 300 voltios sería en torno al 16%, pero los resultados del experimento no pudieron ser más escalofriantes: el 65% de los “maestros” (26 de 40 maestros que llevaron a cabo el experimento) llegaron a aplicar las descargas de 450 voltios, aunque declararon sentirse “incómodos” al hacerlo. En estos 26 casos todos llegaron a dudar en algún momento pero ninguno llegó a negarse del todo a continuar antes de llegar a los 300 voltios. La mayoría de los que llegaron hasta el punto final del experimento ni siquiera se preocuparon después por la salud del “alumno”.
Se debatió mucho acerca de la moralidad del experimento, si bien hay que añadir que de los 40 voluntarios el 84% de ellos afirmó haberse sentido muy contento de participar en el experimento, una vez conocieron la verdad. Las dos posibles teorías que Milgram dedujo como explicaciones a los resultados fueron la del conformismo y la de cosificación. En el 100% de los casos cuando los "maestros" se enteraban de que el "alumno" no recibía realmente las descargas, afirmaban sentirse muy aliviados por saberlo. Cabe añadir, que a lo largo de los años se han realizado variantes y experimentos similares, siendo los resultados muy parecidos. Lo han llegado a realizar con mujeres, o variando el nombre de la organización encargada del experimento, siempre con resultados igualmente alarmantes.
Fuente:
Muy interesante el experimento. Pero hay algo que me llama la atención, y es que no se toma en cuenta el premio que se les promete si ganan, creo que eso influye poderosamente en las decisiones que toman los concursantes. Por otro lado creo que la naturaleza humana es mas desobediente que obediente, o sea aparte de la obediencia creo que tiene mucho que ver el por qué lo hacen, la motivación. También está el tema del morbo del público, al final tampoco se mostró mucho la reacción del público, si es que alguien se paró y se fue u otro tipo de reacciones mas individuales dentro del grupo.
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